12 oct 2010

Madre patria

Habla Hermana Mayor.
Siempre me ha sorprendido lo de “la madre patria”, que me recuerda inevitablemente al chiste aquel del calvo con mucho pelo. Y es que resulta que, a veces, la lengua tiene esas contradicciones: eso de la madre-padre que viene a ser algo así como el hermafroditismo del espíritu nacional. Que no sabe uno si la patria es padre como su nombre indica, o madre como quiere que, siendo de género femenino, tengamos a bien llamarla. El caso es que, sea por estas contradicciones, sea por sabe Dios qué misterios, nunca he sido muy dada a las efusividades patrióticas. Siempre me he considerado tipo Brassens, más bien al margen del tamboreo de los desfiles y los escudos varios. Y con este panorama se me ocurrió a mí nacer el 12 de octubre de hace algunos añitos. Hala, a compartir cumpleaños con las Fuerzas Armadas y la Virgen del Pilar. Menos mal que siempre me las arreglo para que me caiga en fiesta.

A lo que iba. Me da la impresión de que en nuestro país tendemos -o tendíamos- a relacionar los símbolos patrióticos con la dictadura, y que, hasta hace bien poco, ir por el mundo luciendo una banderita cantaba saetas sobre de qué lado estabas en el carrusel de la política. Recuerdo que, hace ya bastantes años, un guiri me preguntó (mi vida es un ir y venir de guiris de todos los modelos y colores) que dónde podía comprar una bandera española para llevársela de recuerdo a Wisconsin. Existía en mi ciudad un tienduco llamado “la tienda el facha” donde en mi adolescencia se compraban los aderezos de skinheads y otras linduras multicolores de evocación patriótica. Como que me daba corte mandar al guiri al garito aquel, y no supe muy bien qué contestarle. El tío, sorprendido, no entendía que, si ellos llevaban hasta los empastes de barras y estrellas, aquí no se pudiera comprar una bandera de tela de andar por casa en cualquier chiringuito. Ponte tú a explicarte a ése el lío de colorines e iconos que nos gastamos por estas tierras. La cosa es que, hace un par de días me preguntó otro foráneo (japonés éste) que dónde podía comprarse una corbata con la bandera de España para aumentar su colección. Esta vez, con unos años de diferencia, no he tenido problemas para mandarlo al comercio en cuestión, sin ningún apuro ni reminiscencia política, y sin pensar mucho, porque hoy por hoy tampoco es algo tan difícil de encontrar.

En junio, mi hijo mayor me pidió en la tienda de todo a 2€ (¡Oh, paraíso de los fabricantes de artesanía!) un artilugio que imitaba a una barra de labios como para pintarle los morros a Angelina Jolie, pero compuesta por tres bandas -roja, amarilla y roja- capaces de dejarte como un atlas de una sola pasada. Servía para decorarte las mejillas, frente, brazos y lo que quisieras antes, durante y después (sólo en caso de victoria) de cada partido de fútbol en los pasados mundiales. Y a mí que, todo hay que decirlo, la tricolor siempre me ha puesto mucho más que la bicolor, no me pareció, extrañamente, mal del todo. Y en vez de decirle a mi criatura que con ese mamarracho iba a parecer la versión cañí de Rudolf Hesse, me rasqué el bolsillo y le compré el banderamen. Y he de reconocer que la amortizamos, porque como dijo el pulpo Paul, España se salió con la suya y le dio pal pelo al resto del mundo.
Y ahora que se acerca el 12 de octubre, casi me caigo de la silla al darme cuenta de que no me da tanto repelús como antes ver al país haciendo alarde de orgullo patrio. No sé si me hago vieja, o es que el paso del tiempo suaviza los malos recuerdos, incluso los de una nación. Pero la cosa es que lo que a una gran parte de los miembros de mi generación nos parecía una agria reminiscencia del pasado, viene a ser para generaciones más jóvenes algo así como un punto de encuentro, aunque sea a través del deporte. Parece que las banderas, como las palabras, van perdiendo unos matices y ganando otros. Y, aunque todavía tiene que llover mucho para que servidora salga a la calle amarrándose los pantalones o la muñeca con una banderita, me alegra que los tiempos estén cambiando.

7 comentarios:

  1. a mi me pasa un poco como a ti...no soy muy aficionada a las banderas.

    De todas formas, creo que es ente pais es normal, aqui todo el mundo las usa de forma marcadamente política, las de las CCAA se las han apropiado los nacionalistas (donde los hay) y la española otro sector de extremistas, así que si no eres nacionalista, ni facha, ni nada...sólo te queda ponerte un pin de Hello Kitty.

    Hace unos meses lei en una revista extranjera (the EEUU, que són el extremo opuesto, y, a mi juicio, ridículo) que un mundial ha hecho más que más de 30 años de democracia por la bandera en España, y lo que tu dices es cierto, puede que eso haya servido para normalizar ligeramente las cosas.

    Estaría bien recuperar los símbolos que se suponen que están para aglutinar, no para desunir. En muchos paises europeos ves banderas por todos lados, eso si...generalmente siempre están juntas la de la región, el pais y la UE.

    yo nunca plantaré una en mi jardín, pero en todos los edificion oficiales deberian estar esas tres, no?

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  2. Felicidades hermanita.
    http://www.flickr.com/photos/41297965@N02/5074300673/

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  3. Habla Hermana Mayor.
    Hele, estoy absolutamente de acuerdo contigo. Tampoco estoy dispuesta a hacer alarde banderero o banderillero o lo que sea, pero me parece de cajón que en los edificios oficiales deben ondear las tres banderas. Además, creo que los símbolos estan para la concordia, no para fomentar desavenencias, y que, cuando los símbolos hieren es que algo estamos haciendo mal.
    En cuanto al pin de Hello Kitty, ya me lo estoy preparando. Un saludo.
    Hermanita, muchas gracias por las felicitaciones. Me ha encantado tu foto. ¿Se come?

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  4. Antes de nada... Felicidades!! y continuando con la cuestión... yo soy de las que piensa que bajo una bandera se recogen muchas cosas.... buenas y malas. Las buenas como tal... no se olvidan ... y las malas, en algunos casos, tampoco deberian olvidarse, ara no volver a repetirlas... o al menos es mi opinion... Pienso que los simbolos son eso, simbolos, pero no deben servir para separar... En mi caso, nunca he puesto una bandera en mi balcón (no tengo jardin, jeje), pero no por vergüenza ni nada por el estilo, sino porque no creo que sea el sitio mas adecuado para ella... Ah!! y estoy de acuerdo con vosotras, ya va siendo hora de que las cosas empiecen a cambiar...

    Besitos a todas!! y feliz dia

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  5. Quién nos ha visto y quién nos ve, ¿o no?

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  6. Habla Hermana Mayor.
    Muchas gracias, Raquel por tu felicitación. Me encanta encontrar a tanta gente de talante tan conciliador. A mí me ha costado años de autoteapia, y no estoy muy segura de haberlo conseguido.
    Cruelito, los viejos rockeros nunca mueren, y hay cosas que nunca cambian (y tú sabes bien cuáles son algunas de esas cosas), aunque los años me van abriendo al diálogo, ¿no? Muchas gracias por venir a visitar a estas pirujitas.

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  7. Tieenes un regalito en mi blog pasate:D

    http://siria-star.blogspot.com/

    muaak

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